Hay organismos públicos a los que no se
suele ir con frecuencia o a los que nunca se ha ido y que por circunstancias
extraordinarias hay que ir a solicitar un documento.
La sensación de pueblerina que se le queda
a uno en el cuerpo ni bien traspasa la primera puerta es bastante fuerte. Luego
la pantalla del ordenador para coger número, de acuerdo a la pregunta que has
respondido, antes de pasar el control de metales. Con el número en la mano, una
pantalla digital te indica que es el tuyo, vas al puesto correspondiente y una
trabajadora/funcionaria con cara muy seria, más que seria como enfadada sin
responder al saludo de cortesía, al simple “buenos días”, va al grano y me
dice: ¿Qué quiere?, así sin más.
Le digo lo que necesito, y responde que con
ella no es que saque otro número en la letra X. Ya sabiendo donde y como
funciona el ordenador saco mi número para la letra X, regreso a la sala de
espera, y en la pantalla mi número con su correspondiente letra.
Voy al mostrador, ya con otra mirada general
del lugar y un trabajador/funcionario con cara de mala leche, escucha mis
“buenos días”, y no responde.
- ¿Qué quiere?, me dice, “buenos días”
¿no?, le vuelvo a repetir, y con mala leche dice: si, ¿qué quiere?.
Le explico lo que quiero, - rellene esto,
y luego me lo da sin sacar número.
Relleno, espero, miro, observo, entrego y
salgo con una mala onda terrible.
No justifico la mala educación de nadie,
pero creo que en ese lugar de trabajo, la mayoría desayuna con vinagre o mejor
dicho que el desayuno se les avinagra a medida que trascurre el día de trabajo,
y que están tan hartos de trabajar con gente que no se preocupan en lo más
mínimo de ser repugnantes, mal educados y groseros. Es igual que sea mujer u
hombre, todos tienen el mismo comportamiento, el mismo lenguaje corporal y las
mismas caras de culo.
Hoy tengo que volver para recoger el documento
solicitado y es viernes.