viernes, 24 de octubre de 2014

Nueve años sin vernos, nuestro primer encuentro.









A veces puede parecer que vamos por caminos opuestos, otros son paralelos y sí la vida tiene esas contrariedades. Sin embargo, hay un punto en el que nuestros caminos se cruzan, somos jóvenes y nos une un día a día bajo el mismo techo, o un pupitre o una tarea. 

No podemos congeniar con todos nuestros compañeros de escuela, ni de la primaria ni de la secundaria, ni podemos ser amigos de todos, no nos engañemos. Es cierto que hay amistades que se unen por lazos, algunos más finos que otros. Unos se desgastan, otros se afianzan con mucho esfuerzo, otros se fortalecen y otros simplemente nunca llegan a existir, así de claro es.

Personalmente he sido una persona complicada, mi sed de libertad y aventuras no era compartida, de hecho creo que en más de una oportunidad me he sentido como sapo de otro pozo. No es que ahora, con la edad, haya cambiado mucho. No, sigo igual con la misma sed, tanto de libertad como de aventuras, de disfrutar de la vida. Sin estos dos ingredientes no sería quién soy. Si bien la vida se ha encargado de ponerme algunos frenos no puedo evitar salirme por la tangente. 

Pero a lo que iba, nueve años sin vernos y la sensación de haber tomado un café ayer, de no existir ni tiempo ni distancia. Un abrazo fuerte, de esos que te funden con el otro, que te mueven cada una de las fibras de tu cuerpo, y esas lágrimas que brotan de la emoción, de alegría por volver a encontrarnos.


Hoy nuestra amistad sigue viva, somos distintas, soy distinta, sin embargo existe una afinidad invisible que nos une, una afinidad que a pesar del tiempo y la distancia hace que cada encuentro sea ayer, y que mañana sea hoy. 

¡Gracias por estar Peki querida! 

Continuará ...

martes, 21 de octubre de 2014

Un cuento clásico ...

Después de haber sostenido la posición de avanzada como la misión encomendada, el sargento había ordenado la retirada. Las tropas enemigas se acercaban y había que regresar a las propias filas entre la metralla y el bombardeo. A la carrera la mayoría de los soldados se zambulló en la trinchera del lado seguro.

- Sargento - dijo Antonio -, Pedro no está.

- Cuánto lo siento - contestó el sargento -, debe de haber caído durante la retirada.

Antonio agarró el fusil y se puso de pie.

- ¿Qué hace soldado? ¡Agáchese inmediatamente! - ordenó el sargento.

- Voy por él - dijo Antonio.

- ¡Quédese donde está! -ordenó-. Aún cuando pudiera encontrarlo, no tiene sentido correr ese riesgo. Lamentablemente Pedro ha sido alcanzado por las balas del enemigo.

- No le estoy pidiendo permiso - dijo Antonio, y empezó a correr hacia la zona que acababan de abandonar.

- ¡Soldado! - gritó inútilmente el sargento -. ¡Soldado!

Media hora después, cuando todos lo daban también por muerto, Antonio regresa arrastrándose con una bala en su pierna y una chapa de identificación apretada en su mano derecha.
Era la placa que había arrancado del cuerpo sin vida de Pedro.
El sargento saltó de la trinchera para ayudar a Antonio a llegar. Mientras lo empujaba literalmente dentro del enlodado lugar, gritaba a los enfermeros que le pusieran un torniquete en la herida para detener la hemorragia.

- Te dije que no valía la pena - le dijo mientras señalaba la placa de metal.

- Valía - dijo Antonio.

- No entiendo... ¿Por qué valía la pena?, de todas maneras él está muerto, y ahora te tengo herido gravemente. Podía haber perdido dos hombres en lugar de uno.

- ¿Sabe, sargento? - dijo Antonio, con una increíble sonrisa en sus labios llenos de moretones y de sangre seca...

- Cuando lo encontré todavía vivía... me acerqué y le tomé las manos. Él abrió los ojos y me  miró... Casi sonrió... Claro que valió la pena... Antes de morir en mis brazos me dijo: "Sabía que vendrías".

Bucay, Jorge. (2012) El camino de las lágrimas.

sábado, 4 de octubre de 2014

Lugares con historia


Hay lugares con historia. Historia por el paso del tiempo, historia concentrada en cada elemento que compone ese lugar e historias que han escuchado con el paso del tiempo cada uno de esos elementos. 

Un lugar que si hablara no tendría tiempo suficiente para narrar sus vivencias. Un lugar en el que hay que ser "valiente" para entrar. No es fácil verse el alma en el espejo.

Ese ha sido mi lugar, un lugar en el que me he enfrentado a mi misma, a los otros, a la vida. Un lugar que me ha permitido sobrevivir a las tempestades que se han cruzado en mi camino y que en cierta forma me han robustecido para las que vendrán. 

Verdad es que la vida nos depara muchas sorpresas y algunas son tan puñeteras que no hay lugar que pueda contener tantas emociones contradictorias o se está tan lejos que no queda más remedio que asumir que la vida es como es y que hay que tirar para adelante como mejor se pueda. 

Hoy extraño mi lugar.