Cada fin de semana vamos a este pueblo que tiene grandes extensiones de campo sembrados de distintos árboles. En este caso los almendros están en plena floración, al acercarnos a ellos podemos ver y oír el zumbido de las abejas, yendo de una flor a otra, trabajando sin parar. Señal inequívoca de que la primavera está aquí, con sus distintos colores de verdes nuevos, con su aire fresco y dulzón, por los olores de la tierra calentada por el sol. A pesar de todo lo que nos rodea, bueno o malo, la naturaleza sigue su curso y nos regala bellezas como esta, que nos recrean la vista, el alma y el corazón.
viernes, 7 de marzo de 2008
Mollina
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