miércoles, 21 de julio de 2010

Las despedidas

No llevo muy bien las despedidas, ni las que duran un corto periodo de tiempo y ni hablar de aquellas que son definitivas. Solemos recorrer caminos juntos, compartimos momentos que son únicos y nos distanciamos porque la vida nos marca otro camino.
No perdemos el contacto, sabemos el uno del otro sin embargo vamos envejeciendo y la vida se nos va escapando entre las manos. Los años, la soledad, la enfermedad se han llevado a mi querida Ana Zoilo. Trabajamos juntas muchos años, era muy meticulosa con su trabajo, lo quería "perfecto" y tenia una letra muy bonita (por aquel entonces los ordenadores no existían), aprendí de ella ese orden y siempre protestaba por algo, por más que hicieramos lo que ella nos decía. Por sus manos pasaban todos los papeles que por aquel entonces habían, y cuando no faltaba una firma, faltaba un código, siempre nos reñia, siempre la escuchábamos rezongar por algo. Mi querida Ana, qué lindos recuerdos tengo de vos, porque a pesar de tus carantoñas nos querías y sé que siempre has estado a mi lado. Te has ido y yo siento un dolor muy profundo en el corazón por tu pérdida.
Allí donde estés, que sepas que te quiero un montón y que una parte de mi se va con vos.

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