domingo, 20 de julio de 2014

Enhebrando la aguja, hilvanando recuerdos

© Spinoza AC


Después de muchos años he vuelto a poner manos a la costura. Sin darme cuenta y a medida que iba hilvanando las partes de lo que se convertirá en un pantalón, mi mente se activó con recuerdos del pasado. Recuerdos de cuando mi abuela me pedía que le enhebrara la aguja porque su vista cansada ya no veía, sin embargo no dejaba de remendar los siete de aquellos pantalones enganchados en cualquier lugar, o poner parches en las rodillas en los mismos para que durasen un tiempo más, o buscar en el costurero (una antigua lata de galletas) un botón similar que le faltaba a una camisa.

Luego con el transcurso del tiempo fue mi madre, la que también me pedía lo mismo. Cuántas veces la he visto reparando los agujeros que se hacían en las medias, o cosiéndose para ella faldas o pantalones, o levantando el ruedo de pantalones (con su costurero de lata de galletas).

Yo también aprendí a coser, de esto hace muchísimos años atrás.  Mi primer trabajo fue una vestido, luego vendría una falda, una camisa, y la emoción de ser creadora de mis propias prendas de vestir. Desde luego que no iba para costurera, pero fue una época muy divertida. Con el transcurso del tiempo cosí vestidos y pantalones, a mis hijos, qué ilusión verlos vestidos con mis creaciones.

Efectivamente, eran otras épocas. Épocas en que comprar hecho era muy caro, y ponerse manos a la obra ayudaba a la economía familiar.

Y el tiempo siguió su curso, cruzamos el charco y lo que aprendí me sirvió para ganarme la vida en la vieja Europa.

Hoy al intentar enhebrar la aguja tomé conciencia del inexorable paso del tiempo y de que también necesito ayuda. Hoy soy abuela y mi vista también está cansada.


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