viernes, 28 de diciembre de 2012

Somos animales sociales

El ser humano es el animal más social de todos los animales. Dentro del reino animal, nacemos en el estado más inmaduro que cualquier otro animal. Lo que exige que necesitemos de los demás de modo absoluto. Necesitamos de los adultos, de los padres, y del entorno familiar que nos ayudarán a madurar y a sobrevivir. Y no sólo debemos madurar psicológicamente, sino también físicamente. 
El filósofo alemán Arnold Gehlen (1904-1976) meditó sobre esta “naturaleza precaria” del ser humano y señaló que, como nacemos poco dotados anatómicamente y fisiológicamente para ser autónomos, sustituimos nuestra falta de potencia o de agilidad por los recursos de nuestra inteligencia, que va madurando en sociedad, paso a paso.

Aristóteles (384-322 a.C.) ya subrayó el papel social del ser humano, su función social, junto a la función lingüística. Somos animales sociales, en tanto que nos agrupamos en familias, comunidades y Estados, y además somos seres que hablamos. Aristóteles compara al ser humano con las abejas, animales que forman colectivos en forma de colmena, sin que por ello seamos iguales.

Se puede decir de la abeja que es una "animal social", pero aquí el sentido de social no es el mismo que el del ser humano. La sociedad humana, como paradigma de lo propiamente social, se define por formar "culturas". Una cultura es un conjunto de elementos (básicamente: objetos, costumbres, reglas e ideas) creados por el hombre y que han de ser aprendidos. El ser humano no nace con ellos, no son instintivos. Un buen ejemplo de estos elementos es el lenguaje hablado y escrito, el lenguaje de símbolos, que es distinto a la comunicación de determinados gestos espontáneos (como un gesto de miedo, o de placer).
Las abejas, pueden ser llamadas "animales sociales", igual que otros animales, sin embargo, no tienen una cultura, actúan por conductas que se repiten siempre igual, de modo instintivo, desde millones de años. Por eso hay investigadores que los llaman sólo "animales gregarios o grupales", pero no estrictamente sociales. Realmente el apelativo social se aplica propiamente al hombre y después se usa de modo derivado para hablar de otros animales que viven formando grupos.
Se llama socialización, en el contexto de las sociedades humanas, al proceso por el que un individuo va adquiriendo destrezas y conocimientos que lo van integrando a los grupos más o menos amplios con los que se identificará en mayor o menor medida.

Esos grupos actúan como agentes de socialización, esto es, conjuntos estructurados que influyen activamente en nuestra formación social, identificándose cada grupo por un conjunto típico de elementos culturales. Unos grupos intervienen de un modo más cercano e íntimo (como la familia o los amigos), otros, de un modo, generalmente, más impersonal (como, por ejemplo. los medios de comunicación o las empresas culturales y de ocio).

En nuestra vida tenemos y vamos a tener contacto con grupos diversos. Experimentamos además la evolución de los grupos en los que estamos: cambios en nuestra familia, nuevos amigos, nuevas aficiones, nuevo centro escolar, etc. Ello conlleva una conducta más o menos flexible, que permita involucrarse en la socialización.

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