domingo, 9 de junio de 2013

La emoción en la fotografía.


“Lo que hace de una instantánea una gran foto es la reacción que esa fotografía produce en quien la ve, las emociones que libera en él. Los sentimientos que induce. Algo así como lo que hace la poesía o la música”. 


El amor no tiene edad



Desde que comencé el curso de fotografía he aprendido mucho técnicamente, he perdido el miedo a tocar botones y he incrementado mi vocabulario. Obturación, diafragma, balance de blancos, profundidad de campo y un largo etc., lo único que no me resultó desconocido fue el ISO. Había leído mucho sobre el tema, pero la verdad que ponerlo en práctica con una réflex es otra cosa.
He sido una “fotógrafa social” con mi cámara Canon Ixus I085 compacta y en modo automático. Era realmente feliz con lo que lograba captar y no sé si emocionaba a alguien, sinceramente no he hecho fotos para emocionar a nadie sino para tener un recuerdo de momentos compartidos o lugares en los que he estado, o simplemente dejar constancia de la belleza de lo que a mí si me emocionaba (un paisaje, una flor, una puesta de sol, un lugar) . Mi cámara compacta era y es mi compañera inseparable. Quizás como hoy lo será para más de uno un iPhone o un Smartphone. Hoy como “aprendiz de fotógrafa” no me siento feliz, he perdido en espontaneidad y para cuando logro regular la réflex (todo manual) la escena que quería captar deja de interesarme, o bien porque cambia la luz, bien porque cambia la velocidad, bien porque el exposímetro no se nivela a 0 y ya está la foto sobreexpuesta o subexpuesta. Ni qué decir, si tengo que fotografiar cosas en movimiento, o personas... (estás últimas se pueden morir de asco hasta que yo logro los ajustes necesarios). Aunque no nos engañemos, el modo automático está ahí para ser usado. Y son muchos los que aún con una gran cámara réflex recurren a él para evitar estos contratiempos.  Cierto es que he aprendido a “ver” desde otro punto de vista, y claro, mis fotos son mis fotos, y no tengo la impresión de que “transmitan” nada. El aprender técnicas nuevas no siempre dan “alas”,  a veces te las cortan y te limitan más que cuando eres “ignorante” en el tema. 

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